¿Cuál fue el rol de los medios de comunicación gráficos en conflictos sociales como la Guerra de la Triple Alianza y la Semana Trágica?



 ¿Cuál fue el rol de los medios de comunicación gráficos en conflictos sociales como la Guerra de la Triple Alianza  y la Semana Trágica?

    “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”.
Rodolfo Walsh, febrero de 1970.

 Un breve análisis en retrospectiva de los textos periodísticos como actores políticos, en dos fechas clave de nuestra historia, es necesario para entender el presente y la capacidad de ocultamiento que posee el discurso de la “historia oficial”.
 ¿Qué intereses movían a cada uno de los medios de información de la época?

¿Qué es un diario? Es una idea escrita, es la prédica de una doctrina, es la propaganda de un
principio. Un diario, pues, es una entidad moral, en la que se encarna esa doctrina, ese principio o esa idea.
La Nación Argentina, 23 de mayo de1866 N°1099 página N° 2. Editorial: ―El Nacional y sus redactores.

 La Batalla de Pavón es el triunfo de la civilización sobre la barbarie, dirá Bartolomé Mitre, anunciando su victoria por el trompeteo de los periódicos porteños.

 Sarmiento se referirá al triunfo de Mitre en Pavón de esta forma: “...no trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes.”

 Chacho Peñaloza en un levantamiento en la zona de Cuyo en 1863, se dirigió a Mitre de esta forma: “...los pueblos, cansados de una dominación despótica y arbitraria, se han propuesto hacerse justicia, y los hombres, todos, no teniendo más ya que perder que la existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla, defendiendo sus libertades y sus leyes y sus más caros intereses atropellados vilmente por los perjuros.”

 Las diferencias entre unitarios y federales provocaron el levantamiento más importante de las montoneras en la guerra de la Tripe Alianza contra el Paraguay.
 En 1865 el Partido Colorado de Uruguay, el imperio de Brasil y Argentina con Bartolomé Mitre, firmaron el Tratado de la Triple Alianza por el cual declaraban la guerra al Paraguay con el objetivo de derrocar a su gobierno.

 La expansión del capitalismo genera, entre otras cuestiones, que el Imperio británico, en el siglo XIX, desarrolle su política imperialista. Inglaterra necesitaba algodón porque el sur de los Estados Unidos había sido derrotado y era su proveedor hasta la Guerra de Secesión. Inglaterra va a necesitar otro proveedor de materias primas baratas de algodón y ahí está Paraguay.
Esta guerra es parte de esa expansión colonialista de Inglaterra.

 Paraguay ejercía una economía proteccionista que le había permitido desarrollar una industria única en América Latina, un país industrial, protegido de las mercaderías que venían del centro del mundo. Y lo que querían las potencias de la Triple Alianza era abrir el Paraguay al libre comercio.
 La historia liberal va a decir que esa fue una guerra de civilización y de progreso para derrocar a un tirano.

 La versión oficial dirá que han llevado el librecambio, la civilización y el progreso a la China de América, como llamaba Sarmiento al Paraguay.
 Una visión marxista va a decir que el Paraguay fue el único territorio que intentó un desarrollo autónomo en América Latina y que por eso había que aniquilarlo.

Nietzsche decía: "No hay hechos, hay interpretaciones

 En la Guerra contra Paraguay la “verdad” difundida es la del liberalismo de Buenos Aires, la de la monarquía de Brasil, y también la de Inglaterra.

     "Las hordas que importunan a los países civilizadores en Oriente son las mismas que molestan el progreso, que estorban el progreso argentino en las provincias". (Sarmiento en "Facundo”)

 Buenos Aires a partir de la batalla de Pavón, de 1861, decide eliminar al gauchaje federal y
Mitre pone todas sus fuerzas para derrotar a las montoneras. Y destruir a Paraguay era destruir por completo esas rebeliones.

 El diario mitrista La Nación Argentina en su columna editorial del 28 de septiembre de 1862: “La guerra al Paraguay”, expresa:
     Cuando una parte de la prensa, queriendo volver por su honor comprometido, rescata con maldiciones a los tiranos muertos las alabanzas que prodigó a los tiranos vivos, la Nación Argentina, que no ha defendido jamás el Gobierno del Presidente López, porque no puede ser amiga de la libertad en Buenos Aires y amiga del despotismo en el Paraguay (…) El Paraguay, representando el despotismo en la América, no puede contar con la simpatía de nadie.
(La Nación Argentina, nº13, 28 de septiembre de 1862, p. 1)

 Las columnas editoriales de LNA enfatizaron la “noble política” argentina en oposición al despotismo del líder paraguayo.
 La idea era instalar que no se trataba de una batalla política sino nacional, lo cual procuraba una mayor adhesión ideológica por parte de la sociedad a las medidas implementadas por el gobierno de Mitre.
 Mientras se presentaba como un actor social “independiente”, el diario funcionaba como un órgano de difusión del gobierno nacional.

 El presidente paraguayo, Francisco Solano López, era representado como el salvajismo y la barbarie, al que la civilización criolla debía eliminar, de igual forma que lo había hecho con Chacho Peñaloza.

Para el diario La Nación, Mitre era el progreso, la paz y el bien, mientras que Solano López era el atraso, el vandalismo y el mal. Se constituía así nueva versión de civilización y barbarie en la prensa del Río de la Plata, con oposiciones como las siguientes:
     -“No crea que soy cruel. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní; era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana”. (Domingo F. Sarmiento. 1859).
     -¡Y ése es el ejército civilizado que nos persigue como a horda de salvajes! -exclamaba conmovido-, ¡y degüella nuestros leales y azota nuestras mujeres! ¡Y ésos son los valientes que vienen a enseñarnos el goce de la ley bajo las banderas del gobierno! (Chacho Peñaloza).

 El diario La Nación demonizaba al enemigo, señalándolo como la causa de todos los males. Atribuyó toda la responsabilidad de la guerra al Presidente de Paraguay representado como el despotismo y el salvajismo, los bárbaros enemigos de la unidad, del progreso y de la civilización, encarnados en el proyecto mitrista.
 A pesar de los intentos de distanciamiento, LNA presentó a Mitre como el símbolo de la unidad nacional y de la paz interior, como un presidente que fue obligado a marchar a la guerra debido a una invasión exterior.
 ¿Cuántos muertos hubo? Es el interrogante difícil de responder por las historias oficiales, tal como sucedió años más tarde en la llamada Semana Trágica en Buenos Aires.

el oprobio (…) en connivencia con la prensa mercantil y abyecta…”; “La prensa asalariada,
mercantil y desleal a la fe y a la gratitud publica (…) concluye siempre por tomar asiento en el
banquete de los triunfos contra la Patria”. (Hipólito Yrigoyen, 4 de febrero de 1906)

 ¿Seiscientos, por lo bajo, como se dijo muchas veces? ¿O fueron novecientos, tal como de inmediato denunciaron los sindicatos anarquistas?
 Algunos sucesos mundiales, en especial la Revolución Rusa y los movimientos obreros que comienzan a expandirse, activaron a los grupos anarco-comunistas, quienes consideran que ha llegado el momento de su gran revolución, y una de sus habituales tácticas es la huelga por tiempo indeterminado.

 Por otra parte, el gobierno recibe críticas desde los grandes diarios conservadores para quienes cada proyecto a favor de los obreros constituye una prueba del “maximalismo” de Yrigoyen.
 La huelga obrera en los talleres metalúrgicos Vasena tuvo lugar en enero de 1919. El conflicto se inicia con el reclamo de reducción de la jornada laboral, aumentos salariales y descanso dominical.
Se produce un enfrentamiento entre huelguistas y rompe-huelgas a sueldo, dando lugar a la intervención policial. Los anarco-comunistas se ponen al frente de la lucha, mientras el gobierno radical, presionado por los conservadores que reclaman el estado de sitio a través de los grandes matutinos oligárquicos, intenta un acuerdo para dar salida al conflicto.

 Un vespertino conservador de Buenos Aires, El Diario, comentaba así la acción de las huelgas obreras: “¿en qué se diferencia lo acontecido (…) de los escándalos terroristas en Rusia? Es un conato de soviet ejecutivo e impulsivo, que procede como proceden los soviets del maximalismo moscovita”. 

 El 9 de enero de 1919 Buenos Aires era una ciudad paralizada. Los canillitas habían resuelto vender solamente La Vanguardia y La Protesta, que aquel día titulaban: “El crimen de las fuerzas policiales, embriagadas por el gobierno y Vasena, clama una explosión revolucionaria”.
 El día 11 los diarios informan que la empresa Vasena había concedido a los obreros las mejoras que se reclamaban. Los principales diarios del país publican la noticia en grandes titulares: se daba por terminada la huelga. (Aunque la regularización del trabajo se realizara días después, entre el 14 y 15 de enero).

 De parte del gobierno no hubo sanciones para las fuerzas represivas. Por el contrario La Nación publicabaLos recientes conflictos obreros en la República Argentina no fueron más que simple reflejo de una situación común a todos los países y que la aplicación enérgica de la ley de residencia y la deportación de más de doscientos cabecillas bastaron para detener el avance del movimiento, que actualmente está dominado.”

 La cantidad de víctimas no alcanzan para contar el salvajismo que se desató sobre la ciudad durante los acontecimientos durante la “Semana Trágica”. En cambio, hay noticia de la cantidad de bajas policiales: tres muertos, setenta y ocho heridos.
 Respecto a la cantidad de trabajadores, el periódico socialista La Vanguardia del día 14 de enero registró 700 muertos y más de 2000 heridos durante los días de la huelga. Mientras que el diario La Nación publicó 100 muertos y más de 400 heridos.

 A pesar de que Yrigoyen fue respetuoso de la libertad de expresión por parte de los grandes diarios, siempre supo que expresaban los intereses de la contrarrevolución.
 En la Capital Federal, el radicalismo contó con un solo diario La Época, fundado en 1915.


La Prensa y La Nación fueron opositores al radicalismo. La relación del presidente y los directores de LN (Bartolomé Mitre) y de LP (José Camilo Paz) fue de profundo desacuerdo.
La voz del reo estalla metálica, vibrante:
-¡Viva la anarquía!
-¡Fuego!
Resplandor subitáneo. Un cuerpo recio se ha convertido en una doblada lámina de papel. Las balas rompen la soga. El cuerpo cae de cabeza y queda en el pasto verde con las manos tocando las rodillas.
Fogonazo del tiro de gracia.
Muerto. 


 Otro medio opositor fue el diario Crítica, fundado por Natalio Botana en 1913, con su marcada orientación sensacionalista, el escándalo y el chantaje. Una de sus primeras editoriales en octubre de 1919 describía a Yrigoyen de esta forma:
su figura repugna a la historia, mancha nuestra cultura y es solo un tremendo fantasma de incivilización (…) el personalismo es la aglomeración de toda la escoria ciudadana, resumidero de políticos fracasados y neófitos, jauría de famélicos de los más bastardos apetitos…”.

 Los periódicos obreros difundieron las luchas y denunciaron el accionar represivo del Estado. La Protesta (anarquista) y La Vanguardia (socialista) expresaban diariamente las malas condiciones de vida de los trabajadores llamándolos a organizarse. 

 En 1920, un político conservador,  Joaquín V. González, pronunció un discurso donde llamó a sus colegas a ocuparse de la “clase media”, “la clase más general de la república, la que no hace huelgas ni puede imponer su razón”. En su discurso, González contrapuso a esta “clase media” una clase obrera compuesta en su mayoría por “extranjeros no deseables”, que habían arribado a la Argentina con “rencores” y “teorías extremas”. La idea era  convencer a un sector de la población de que pertenecían a una clase diferente a la de los obreros, más “respetable”, y que, por ello, no debían mezclarse en la calle con aquellos.

 Los periódicos obreros recibieron el discurso de González con una mezcla de repudio y extrañeza. Los anarquistas de La Protesta argumentaron que en realidad las clases sociales eran sólo dos: “la clase que él defiende no existe”, escribieron.

 En estos hechos de violencia late el esquema civilización-barbarie
 A veces, incluso, se mata en nombre de la civilización

“-Pelotón, firme. Apunten.
(He visto Morir. Roberto Arlt. Di Giovanni)

 La barbarie se asume como lo distinto. La civilización ejerce la violencia en nombre de valores que se proponen como constructivos. La violencia de la civilización siempre está por construir un mundo. Y la construcción de ese mundo implica el aniquilamiento de los diferentes.

 En nombre del progreso y la civilización se aniquiló a un país, Paraguay, en una guerra que duro cinco años y fue un verdadero genocidio.
 En nombre del progreso, para impulsar sus intereses capitalistas, la burguesía argentina se enfrentó con la clase obrera apenas éstos hubieron conseguido algunos derechos.

Por lo tanto, si lo que hay son interpretaciones de estos hechos, entonces el poder tiene la capacidad de imponer la suya.

 El poder es la capacidad que tiene un determinado grupo de imponer su verdad como verdad para todos, y lo hace teniendo la mayor cantidad posible de medios para comunicar.
 Lo que se comunica es la verdad del poder: la interpretación que el poder tiene de los hechos.

 En ambos conflictos sociales se establecen claras condiciones de dominación y de luchas de clase, donde la información acerca de estos hechos ha estado predominantemente en manos privadas.      Es importante poder construir otro tipo de representaciones para entender qué sujetos construyen los medios actuales, interpretando la historia.

 Luchar contra el olvido es también oponerse al poder.




por Luisina González
periodismo DESDE OTRO LADO. 

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